Creación de un Nuevo Mundo

En el 2019 surgió una nueva enfermedad, provocada por el virus SARSCov2, que no tardó en convertirse en pandemia. La COVID19 nos obligó a recluirnos. Fueron tiempos difíciles, cargados de angustia, tristeza e incertidumbre. Y como nunca, la esperanza de enfrentar la problemática recayó en la ciencia. El mundo entero volteó su mirada hacia las y los científicos en busca de soluciones. La respuesta de atenderla con base en el conocimiento acumulado y del saber humano fue sobresaliente, extraordinaria diría yo: a menos de 2 años del inicio de la pandemia fuimos testigos de la identificación del virus, de los mecanismos que utiliza para infectar, del desarrollo de pruebas para detectarlo y, finalmente, de vacunas y medicamentos para protegernos de este microorganismo.

La COVID19 provocó la muerte, según la OMS, de 15 millones de personas entre 2020 y 2021. Un enorme número de ausencias en familias, amistades y comunidades. A pesar de la abrumadora cantidad de personas que murieron, para dimensionar —de manera simplista— el impacto que tuvo el conocimiento científico en la solución de la crisis, me gustaría compartir el siguiente dato:

A principios del siglo pasado, durante la llamada fiebre española, una pandemia provocada por otro virus respiratorio, fallecieron entre 50 y 100 millones de personas, es decir, entre el 2.7% y 5.4% de la población mundial de aquellos años. Actualmente, eso equivaldría a entre 216 y 432 millones de personas. No se alcanzaron estas cifras gracias a la aplicación del conocimiento generado por la ciencia.

 

No sólo fue la ciencia la única heroína que nos permitió superar este trance. El arte y la cultura jugaron un papel fundamental. Permitieron, ciertamente a unos más que a otros, transitar por la angustia y el miedo con mayor entereza. Libros, películas, series de TV y de manera fundamental la música, nos inyectaron fuerza, paciencia y consuelo. En sentido figurado, el arte le dio tiempo a la ciencia para encontrar la solución.

Ahora, si lo pensamos bien, artistas y científicos no somos tan diferentes, ambas actividades son procesos creativos. Carl Sagan lo expresó de la siguiente manera: “La ciencia es una fuente de espiritualidad. Cuando captamos, entendemos la complejidad, belleza y sutileza de la vida, el regocijo y humildad que sentimos es similar al generar arte, música o literatura”.

La sociedad debería mostrar su admiración y agradecimiento hacia la ciencia, a las científicas y científicos que, a lo largo de siglos, motivados por la curiosidad, han observado, pensado y reflexionado acerca de nosotros mismos y del universo, conocimientos que dieron lugar al desarrollo de las herramientas que nos permitieron enfrentar al SARSCov2.

Así surgió en 2021 la idea de hacer un reconocimiento a la ciencia con una escultura. Para ello se requirió del entusiasmo de varias personas. No fue difícil convencer al Maestro Juan Sebastián Barbera, pintor, escultor y artífice de la escultura “La Creación de un Nuevo Mundo”. Tampoco lo fue para los integrantes de la pasada administración, quienes recibieron con gran entusiasmo el proyecto, no sólo por el reconocimiento a esta actividad tan generosa a la que nos dedicamos, sino porque representaba una oportunidad para hacer difusión al Cinvestav en el país y el mundo. Fue sugerencia del Dr. Mustre que me acercara al Banco Banorte para solicitar su apoyo y así cristalizar esta idea. Se presentó el proyecto a la Fundación Banorte que tuvo a bien patrocinarlo.

La escultura se ubica en el jardín que se encuentra atrás del auditorio Rosenblueth. Es una escultura monumental de acero con altura de 9 metros y peso de 7 toneladas. Fueron muchas las pláticas que sostuve con Juan Sebastián para definir un concepto. Finalmente, acordamos que debería girar alrededor de la generación del conocimiento. Al contemplarla distingo el estilo de Pablo Picasso junto con el de Henri Matisse. Mi interpretación de ella es de 3 personas, en un abrazo, una comunión, generando ideas y conocimiento acerca del universo que contenemos y nos contiene. Conocimiento compartido que ilumina la oscuridad. Pero esa es mi interpretación. La del artista es la de tres personajes, un hombre, una mujer y la sociedad, erguidos como pilares para sostener la creación de un mundo nuevo. Mundo generado a través de un abrazo entre los integrantes de la sociedad, entre el arte y la ciencia. Para algunos estudiantes la obra representa a científicos rodeados de una cadena de ADN intercambiando datos. Tres interpretaciones similares y a la vez diferentes que hacen patente la libertad que nos provee el arte.

Una obra como esta, que celebra a la ciencia, merece acompañarse de una obra musical. Con esta idea y en conversaciones con el Maestro y director de orquesta Germán Tort, surgió la idea de hacer un concurso para la composición de unas fanfarrias. Con la ayuda de Germán, el Cinvestav emitió la convocatoria a estudiantes en composición de la Facultad de Música de la UNAM y del Conservatorio Nacional de Música del INBAL. El 23 de mayo de 2023, en la Facultad de Música de la UNAM, la directora, Maestra Teresa Gabriela Frenk Mora, encabezó la ceremonia de entrega de los premios. El ganador fue Kevin Aquino, estudiante del Conservatorio Nacional de Música con la composición “Anime”. Es una bella pieza musical que rememora el silencio de las voces humanas provocado por la COVID19 y la posterior irrupción de la ciencia, como una heroína, recuperando para nosotros el espacio perdido. La obra musical es para orquesta compuesta por 4 cornos franceses, 3 trompetas, 3 trombones, 1 tuba y 3 percusiones. Por lo pronto, no dejen de visitar la escultura “La Creación de un Nuevo Mundo”.

“La Creación de un Nuevo Mundo” de Juan Sebastián Barbera.