Los perros, además de ser nuestros fieles compañeros, son conocidos por poseer un sentido del olfato increíblemente agudo, que supera el de muchas otras especies. Su capacidad olfativa esta tan desarrollada que pueden distinguir entre millones de olores diferentes, lo que les proporciona información no sólo del estado actual de su entorno, sino que también pueden detectar señales que ya han pasado. Son capaces de identificar quién o qué ha estado en un lugar, hace cuánto tiempo estuvo allí e incluso en qué dirección se fue.
Una de las cosas más fascinantes del olfato canino es su habilidad para seguir rastros olorosos por largos períodos y a grandes distancias, debido a su capacidad de captar hasta la molécula más sutil de olor. La mezcla de olores crea una imagen tridimensional del espacio en el tiempo, siendo un papel clave no solo para la localización de olores, sino también para sus actividades esenciales como buscar comida, reconocer amenazas o encontrar pareja.
La increíble capacidad olfativa de los perros también se relaciona con su historia evolutiva. Los ancestros de los perros dependían de su sentido del olfato para la caza y la supervivencia, lo que ha llevado a una evolución selectiva que ha perfeccionado este sentido a lo largo de los años. Con el tiempo, esta habilidad se ha convertido en una de las características más destacadas de la especie canina en su relación con los humanos.
Los perros no solo tienen la capacidad de oler mejor que nosotros, sino que también tienen el potencial de aprender y mejorar su habilidad olfativa a través del entrenamiento. Los humanos hemos aprovechado estas particularidades de nuestros amigos caninos de diversas maneras, por ejemplo, en la detección de objetos como explosivos y narcóticos; en la búsqueda y rescate de personas; e incluso en terapias de apoyo emocional. Para sacar el máximo provecho a la capacidad olfativa de los perros, se necesita un entrenamiento especializado, constante y supervisado por expertos, para asegurar su efectividad. Las razas de perros más usadas para estos fines son aquellas con un olfato excepcionalmente desarrollado; entre las más destacadas se encuentra el Labrador Retriever, Pastor Alemán, Cocker Spaniels, Beagles, Golden Retrievers, Belgian Malinois y el Springer Spaniel inglés. Estas razas no son elegidas solo por su capacidad olfativa, también se tiene en cuenta su temperamento, inteligencia, facilidad de entrenamiento y su deseo de trabajar en colaboración con los humanos.
¿Qué es lo que hace que el olfato de los perros sea tan excepcional?
Esta capacidad extraordinaria se debe a tres atributos fisiológicos únicos:
- La anatomía de su nariz
La nariz presenta una estructura anatómica fundamental para su increíble capacidad olfativa. No solo tienen una nariz más grande que la nuestra, sino que también poseen una región llamada “fosa nasal olfativa” que está llena de membranas mucosas. En la parte superior de la fosa se encuentra el Epitelio Olfativo, una fina capa de tejido, hogar de los receptores olfativos, células especializadas que capturan y procesan una amplia gama de olores. Se estima que los perros tienen alrededor de 300 millones de receptores olfativos en su nariz, entre 10,000 y 100,000 veces más que los humanos.
Estos receptores son células especiales que capturan las moléculas de olor presentes en el aire, en cuanto más receptores olfativos tenga un animal mejor será su capacidad para detectar y diferenciar distintos olores. Por si esto fuera poco, poseen un órgano adicional llamado órgano de Jacobson o vomeronasal, ubicado en el techo de la boca. Este órgano es especialmente bueno para detectar feromonas, importantes en la comunicación entre animales, el estado emocional, la disponibilidad reproductiva y la identidad individual. El órgano de Jacobson, además, les da la capacidad de percibir y separar olores individualmente, permitiendo distinguir diferentes componentes de un olor complejo. Esto les resulta especialmente útil en tareas como el rastreo de personas desaparecidas, la detección de drogas o explosivos, y la búsqueda y rescate en situaciones de desastre.
- El tamaño y estructura del cerebro
El asombroso olfato de los perros se debe, en gran medida, a la especialización de su cerebro. La parte del cerebro que maneja la información sobre los olores, es el bulbo olfativo. En los perros, este bulbo es mucho más grande que el del humano en proporción al tamaño total del cerebro. De hecho, en algunas razas, el bulbo olfativo puede ser hasta 40 veces más grande que el nuestro. Esto significa que una gran parte del cerebro de los perros está dedicada a detectar, procesar y analizar olores. El bulbo olfativo agrandado les proporciona una mayor superficie para que las células nerviosas olfativas envíen señales. Esta mayor área les permite captar olores mucho más débiles y distinguir entre olores que para nosotros serían casi idénticos.
Además, la corteza olfativa, la parte del cerebro que interpreta los olores, también es significativamente más grande en los perros. Esta expansión les permite realizar un análisis más profundo de la información olfativa, lo que les ayuda a identificar olores específicos en mezclas complejas y a crear recuerdos muy detallados de los olores.
Finalmente, las conexiones entre la nariz y el cerebro son más directas y eficientes en los perros, lo que permite un procesamiento más rápido y preciso de la información. Esta “superautopista” de información olfativa les da la capacidad de reaccionar rápidamente a los olores y seguir rastros con una facilidad impresionante.
- Los mecanismos de respiración y olfateo
Cuando los perros inhalan, el aire se divide en dos conductos diferentes separados por pliegues de tejido: uno va a sus pulmones para la respiración, y el otro se dirige a la fosa nasal olfativa. Este diseño les permite continuar detectando olores y retenerlos, incluso mientras respiran normalmente.
En comparación, los humanos solo tenemos un conducto de aire que usamos para oler y respirar. Por ello, no podemos retener el olor durante mucho tiempo. Inhalamos, recibimos el olor, pero una vez que exhalamos, simplemente desaparece. Por otro lado, los perros olfatean rápidamente en ráfagas cortas. Este comportamiento ayuda a crear turbulencias del aire inhalado, permitiendo que más moléculas de olor entren en contacto con los receptores olfativos, lo que maximiza la cantidad de información que los perros pueden captar.
Recientemente se ha visto que los perros inician su olfateo con la fosa nasal derecha. Luego, si el olor resulta ser familiar, como el de la comida, pasan a utilizar la fosa nasal izquierda. Pero si los estímulos resultan ser nuevos, amenazantes o excitantes, el perro continúa usando sólo la fosa nasal derecha. Este comportamiento esta sincronizado con su cerebro, ya que se ha encontrado que el hemisferio derecho controla el procesamiento de información novedosa, mientras que el hemisferio izquierdo se hace cargo de las respuestas conductuales a estímulos familiares.
La combinación de estas características fisiológicas únicas, hace de la capacidad olfativa de los perros algo extraordinario, convirtiéndolos en seres excepcionales en la detección de olores, capaces de realizar tareas que van desde la búsqueda y rescate hasta la detección de enfermedades.

El olfato canino al servicio de la medicina
En décadas recientes, se ha descubierto que esta increíble capacidad olfativa que tienen los perros puede ser usada para detectar enfermedades de manera precisa y temprana. En los años 70, se realizaron las primeras investigaciones para explorar la posibilidad que los perros pudieran detectar cáncer mediante su olfato, éstas estuvieron basadas en informes anecdóticos. En 1989, se publica en la revista The Lancet el primer caso documentado de un perro que detecta un melanoma en su dueño, lo que generó un mayor interés en el potencial médico de los perros. Durante los siguientes años, se validó la investigación científica en este tema con estudios publicados en cáncer de vejiga, donde se demostró que los perros pueden detectar esta enfermedad mediante el análisis olfativo de muestras de orina. Más adelante, se realizaron estudios adicionales en otros tipos de cáncer como el de pulmón, mama y próstata, teniendo resultados muy satisfactorios, ratificando el uso de los perros como herramientas para el diagnóstico temprano.
En 2012, perros entrenados comienzan a ser usados en hospitales para la identificación de infecciones bacterianas difíciles de detectar como la causada por Clostridium difficile, ayudando a controlar, en un 90%, los brotes infecciosos. Asimismo, se entrenaron perros para mejorar las estrategias de detección de etapas tempranas de bacterias en la orina antes de que la infección fuera más fuerte.
Los perros han sido capaces de detectar diferentes patógenos como Escherichia coli, Enterococcus, Klebsiella y Staphylococcus aureus con un porcentaje de aciertos cercano al 100%. En otras enfermedades infecciosas como Helicobacter pylori y virus bovinos causantes de la diarrea viral bovina, también fue posible entrenar perros con altas tasas de precisión diagnóstica.
El uso de perros detectores en el diagnóstico de enfermedades parasitarias también ha mostrado un potencial significativo. Perros entrenados para el desarrollo de métodos no invasivos en la detección de malaria protozoaria, demostraron su capacidad para ofrecer un diagnósticos rápido y preciso. Con el olor de los calcetines usados de personas diagnosticadas con malaria, los perros mostraron porcentajes de acierto del 72%, resultados superiores respecto a los métodos usados por la OMS para el diagnóstico de esta enfermedad.
Otras enfermedades parasitarias como leishmaniasis, schistosomiasis y trypanosomiasis, han sido objeto de estudios preliminares con buenos resultados. Sin embargo, se requiere más investigación para la estandarización de los protocolos de entrenamiento y establecer métodos para integrar esta técnica en los sistemas de salud pública de manera efectiva.
Otras enfermedades no infecciosas con grandes avances en su detección son la diabetes y la epilepsia. Los perros pueden detectar cambios en los niveles de glucosa en la sangre en personas con diabetes, permitiendo la alerta temprana y la prevención de episodios de hipoglucemia. Ahora ¡imagínate poder predecir una crisis epiléptica! Esto podría ayudar a la persona afectada a encontrar un lugar seguro o tomar medicina de emergencia antes de que la crisis ocurra. Se ha demostrado que los perros tienen la habilidad de distinguir alteraciones en el olor del cuerpo de personas con epilepsia. Ellos pueden alertar a la persona antes de que ocurra una crisis con un 82% de acierto.
Durante la pandemia de COVID-19, diversos estudios respaldan el uso de perros detectores para identificar personas infectadas con SARS-CoV-2, incluso en aquellas que no presentan síntomas. La mayoría de estos trabajos obtuvieron resultados prometedores.
Recientemente, los perros detectores de cáncer recibieron un reconocimiento oficial en algunos países como una herramienta complementaria en el diagnóstico temprano de la enfermedad, marcando un logro para la medicina moderna.
¿Cómo pueden los perros saber cuando una persona está enferma?
Todos los seres vivos emiten su propio olor debido a una variedad de compuestos orgánicos volátiles (COV) que se liberan de sus cuerpos. Estos compuestos pueden ser producidos por el propio organismo o por microorganismos que viven en la piel, en el sistema digestivo, y en otras partes del cuerpo. Los cuerpos humanos emiten un amplio repertorio de COV que varían con la edad, la dieta, el género, la genética y su estado fisiológico y pueden considerarse como atributos únicos de cada persona.
Los procesos patológicos también influyen en el olor corporal, ya sea produciendo nuevos COV o cambiando su patrón, es decir, cuando una persona está enferma su cuerpo produce COV diferentes que pueden alterar su olor natural. Estos cambios, por más sutiles que sean, pueden ser detectados por los perros y asociarlos con una enfermedad específica. Para obtener un perfil de COV, los científicos analizan los compuestos volátiles que una persona libera, recolectando y examinando muestras de su aliento, sudor o sangre. Técnicas como la cromatografía de gases-espectrometría de masas (GC-MS) permiten separar los diferentes COV y medir su cantidad, creando así un “perfil” químico único. Cada enfermedad produce patrones de COV más o menos específicos, que pueden usarse como biomarcadores olfativos para su diagnóstico. Se han encontrado diferencias en los COV emanados por personas infectadas por influenza y por SARS-CoV-2. Igualmente, se han identificado patrones de COV relacionados con diversos cultivos virales y bacterianos. La mayoría de estos estudios indican un olor corporal específico de la enfermedad, es decir, un patrón COV propio asociado con cambios metabólicos secundarios a una infección.
A pesar de que muchos investigadores afirman que la detección canina de enfermedades es mucho más prometedora para enfermedades infecciosas, se han identificado patrones de COV específicos para el asma, varios tipos de cáncer, fibrosis quística, diabetes mellitus, enfermedades dentales, gastrointestinales, cardiacas, hepáticas, renales preeclampsia, cólera y tuberculosis.
Para muchas enfermedades, el patrón de COV exacto, que es reconocido por los perros sigue siendo desconocido, lo que plantea un desafío para la ciencia. Este desconocimiento muestra lo complejo del sentido del olfato canino, que supera ampliamente nuestra tecnológica actual. Sin embargo, también abre la puerta a futuras investigaciones que incidirán tanto en la comprensión del olfato canino como en la mejora de diagnósticos en la salud humana.
Conclusión
En resumen, el olfato de los perros es increíblemente agudo gracias a la gran cantidad de receptores olfativos, un órgano especializado en la detección de feromonas, una parte significativa del cerebro dedicada a procesar olores, y una anatomía nasal diseñada para separar el aire que olfatean del que respiran. Esta extraordinaria capacidad les permite detectar cambios sutiles en su entorno, lo que resulta crucial en la identificación de enfermedades, convirtiéndose en una valiosa herramienta en el campo de la medicina.
Referencias
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