Los pulpos y los misterios que los envuelven
Los pulpos pertenecen al grupo de los cefalópodos (Clase Cephalopoda), que incluye también a calamares, sepias y nautilos, y que a su vez forman parte del Phylum Mollusca. Su sistema circulatorio, nervioso, reproductivo, entre otros, presentan características que los convierten en los organismos más complejos dentro de los moluscos. Actualmente se conocen más de 1000 especies de estos organismos que habitan en todo tipo de entornos marinos, desde los costeros hasta las profundidades abisales del océano.
Las características distintivas de estos moluscos han sido foco de investigaciones científicas durante mucho tiempo, comenzando por su inusual anatomía, que incluye una cabeza con extremidades especializadas: brazos, y en algunos grupos, tentáculos, que utilizan, tanto para desplazarse, como para capturar a sus presas. Además, sus órganos vitales (corazón, riñones, branquias, etcétera) se encuentran dentro del manto que a su vez forma la cabeza del animal. También destacan por una serie de características biológicas únicas, como la capacidad de cambiar el color y la textura de su cuerpo, sus particulares hábitos reproductivos, un sistema circulatorio con tres corazones y un sistema nervioso altamente desarrollado, que evidencia conductas como la conciencia sensorial, comunicación y resolución de problemas.
Los cefalópodos desempeñan un papel importante en los ecosistemas marinos, como depredadores y como presas. Se alimentan de una amplia variedad de organismos, incluidos peces, crustáceos y otros cefalópodos. A su vez, son presa de animales marinos más grandes, como tiburones, delfines y ballenas. Recientemente, se ha descubierto que los cefalópodos pueden actuar como especies centinela para monitorear la salud de los ecosistemas marinos, debido a su sensibilidad a los cambios en su entorno, como la temperatura, la acidez y la contaminación del agua.
En la actualidad, el interés económico por los cefalópodos ha aumentado significativamente, impulsado por su relevancia en la industria pesquera y acuícola. Numerosas especies de cefalópodos son objeto de explotación debido a su sabor y su alto valor nutricional, posicionándose como “superalimento”. Esto ha convertido la pesca de estos organismos en una industria regulada y esencial en países como Argentina, Australia, Canadá, Chile, Islas Malvinas, Japón, México, Nueva Zelanda, Perú, Rusia y Sudáfrica.
No obstante sus avanzadas características fisiológicas, los cefalópodos, y en específico los pulpos, están sujetos a amenazas biológicas, como las infecciones por micro y macroparásitos. Esta realidad nos lleva a una pregunta: ¿los pulpos pueden enfermarse? La respuesta es sí. Aunque estos animales parecen casi indestructibles por sus habilidades físicas y cognitivas, son susceptibles a una variedad de enfermedades, al igual que cualquier otro organismo.
¿Cómo se protegen los pulpos de las enfermedades?
Los pulpos poseen un sistema inmunitario que, aunque carece de capacidad adaptativa como el de los vertebrados (es decir, no genera memoria inmunológica ni respuestas específicas a largo plazo), les permite defenderse de manera eficiente contra infecciones y daños en los tejidos. Este sistema se basa principalmente en la respuesta inmune innata, mediada tanto por hemocitos (células de defensa) así como por componentes humorales (moléculas que circulan en la hemolinfa). Los hemocitos tienen un papel crucial al reconocer, encapsular y destruir patógenos, así como al reparar heridas en los tejidos. Los mecanismos humorales incluyen la acción de opsoninas, aglutininas y proteínas que identifican tanto micro como macroorganismos invasores, activando las respuestas inmunitarias.
Es importante destacar que los pulpos son animales muy sensibles al estrés ambiental, es decir, al entorno marino, el cual puede influir en su estado de salud. Al estar expuestos de manera natural a patógenos, como bacterias, virus y parásitos, éstos pueden aprovechar las vulnerabilidades en su sistema inmunitario, especialmente cuando los pulpos están sometidos a condiciones de estrés ambiental, como un ambiente marino deteriorado, con agua de mala calidad o contaminada, lo cual aumenta el riesgo de enfermedades y favorece la proliferación de microorganismos y otros patógenos. Además, el estrés ocasionado por cambios ambientales o hacinamiento afecta directamente la eficacia de su sistema inmunitario, haciéndolos más propensos a infecciones.
Principales enfermedades que afectan a los pulpos
Los pulpos, como otros cefalópodos, son susceptibles a diversas enfermedades causadas por hongos, bacterias, virus y parásitos. Aunque el conocimiento sobre las patologías en estos animales es limitado en comparación con otros animales marinos, existen reportes relevantes de enfermedades que afectan tanto su salud como la sostenibilidad de las pesquerías.
Infecciones Fúngicas
Aunque son poco frecuentes en los pulpos, las infecciones fúngicas pueden ocurrir, cuando están sometidos a estrés ambiental o inmunodeprimidos. Los hongos más reportados en cefalópodos incluyen:
- Cladosporium spp.: se ha encontrado en el pulpo Eledone cirrhosa, causando úlceras en la piel y en casos graves, infecciones sistémicas letales.
- Fusarium spp.: este hongo es responsable de lesiones cutáneas y necrosis en Nautilus, un género de moluscos cercano a los pulpos, lo que indica su potencial como patógeno en cefalópodos.
Infecciones Bacterianas
Las bacterias pueden infectar a los pulpos, afectando tanto su salud como la calidad de las pesquerías. Algunas de las infecciones bacterianas más comunes incluyen:
- Vibrio parahaemolyticus: responsable de producir septicemia, letargo y muerte. Esta bacteria también puede causar intoxicación alimentaria en humanos que consumen pulpos infectados.
- Vibrio alginolyticus: produce necrosis de los tejidos blandos y úlceras, ocasionando una alta mortalidad en cultivos y poblaciones naturales.
- Pseudomonas spp.: Ha sido reportada en infecciones cutáneas, provocando necrosis y eventual muerte en los casos más graves.
Infecciones Virales
Las infecciones producidas por virus en pulpos han sido poco estudiadas, pero algunos reportes sugieren que estos moluscos pueden ser afectados por virus similares a los que infectan a otros moluscos marinos:
- Virus de la necrosis hemocítica infecciosa (VHN): pertenece a la familia Nodaviridae y afecta el sistema circulatorio de los cefalópodos, provocando hemorragias internas y necrosis en tejidos.
- Virus del herpes ostreido (OsHV-1): ha sido identificado en la especie de pulpo Octopus vulgaris, causando inflamación y necrosis en tejidos, afectando la reproducción y el crecimiento.
Infecciones Parasitarias
Los pulpos también son afectados por diversas parasitosis, incluyendo helmintos (gusanos) y protistas. Estas infecciones pueden ocasionar efectos patológicos importantes, comprometiendo la salud del animal e incluso afectando su capacidad reproductiva.
- Aggregata spp.: un género de protistas que afecta severamente el sistema digestivo, causando inflamación, daño en tejidos y pérdida de peso.
- Anisakis spp.: un nemátodo zoonótico que produce ulceración en el sistema digestivo y necrosis en casos severos. Esta parasitosis es de relevancia tanto para la salud del animal como para la salud pública, ya que puede infectar a humanos que consumen pulpos crudos o mal cocidos.
Enfermedades de pulpos en México: el caso de Octopus maya
El pulpo es un recurso pesquero de gran relevancia en México, con un notable valor comercial. La pesquería de pulpo ocupa el décimo lugar en términos de volumen de entre 185 pesquerías nacionales, y el cuarto lugar por su valor económico. En 2017, la producción anual alcanzó las 36,000 toneladas, con un promedio de 26,000 toneladas anuales durante la última década. La Península de Yucatán aporta el 98% de la producción nacional, predominando la captura de O. maya en esta región, junto con O. vulgaris (Figura 1). Esta actividad genera empleo directo para alrededor de 35,000 personas y representa entre el 30% y el 35% del valor total de los desembarques pesqueros en la península, subrayando su importancia para las comunidades costeras de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, donde más del 50% de la población depende de los recursos pesqueros. En este contexto, el pulpo O. maya es especialmente vital desde el punto de vista socioeconómico en la región.

Diversos estudios han reportado la presencia de bacterias patógenas en O. maya, particularmente del género Vibrio. Las especies Vibrio cholerae, V. parahaemolyticus y V. vulnificus son de especial interés debido a su relevancia zoonótica, ya que no solo afectan la salud de los pulpos, causando lesiones en la piel y órganos internos, sino que también representan un riesgo epidemiológico para los humanos. Asimismo, se ha detectado la presencia de la bacteria Streptococcus aureus, aunque dentro de los límites permisibles establecidos por la NOM-129-SSA1-1993.
Recientemente, el Laboratorio de Patología Acuática del Cinvestav Mérida, descubrió que el cestodo Prochristianella sp. 1 que infecta al pulpo O. maya, ocasiona alteraciones en el tejido muscular de la masa bucal de este molusco. Este es el primer reporte de una patología identificada en cefalópodos causada por un helminto (Figura 2).

Este hallazgo representa un avance significativo, no solo para el campo de la biología de los pulpos, sino también para la comprensión de las enfermedades parasitarias que afectan a especies marinas con gran valor comercial. Además, subraya la necesidad de seguir investigando el impacto de estas infecciones en los ecosistemas marinos y en la salud humana, dado el papel crucial que O. maya desempeña tanto en términos ecológicos como económicos.
Implicaciones socioeconómicas de las enfermedades en pulpos
Las enfermedades parasitarias en cefalópodos no solo impactan a estos organismos, sino que también afectan su ecosistema y las actividades económicas asociadas, como la pesca. Los pulpos, como parte fundamental de la cadena trófica marina, pueden ver comprometida su salud por infecciones parasitarias que alteran su comportamiento, supervivencia y reproducción. Estos cambios pueden repercutir en el equilibrio del ecosistema marino, dado que los cefalópodos son tanto depredadores como presas para una variedad de especies acuáticas.
Desde una perspectiva económica, las infecciones parasitarias pueden reducir el valor comercial de los pulpos al disminuir la calidad del producto, afectando su presentación en el mercado y limitando su capacidad de exportación a países con regulaciones sanitarias estrictas. Esto pone en riesgo los ingresos de las comunidades costeras que dependen de la pesca de cefalópodos como su fuente principal de sustento. Además, en pesquerías donde la sobreexplotación ya es una preocupación, las enfermedades puede acelerar la disminución de las poblaciones de pulpos, comprometiendo su sostenibilidad a largo plazo.
Un aspecto clave en la investigación de los pulpos -de importancia comercial- es el enfoque en las enfermedades parasitarias que los afectan, lo cual es fundamental para anticipar y prevenir posibles infecciones con implicaciones en la salud humana. Este enfoque se alinea con el concepto de “One Health”, promovido por la OMS, FAO y OMSA, que reconoce la interconexión entre la salud animal, humana y ambiental. En este contexto, el estudio de las enfermedades en especies marinas adquiere una relevancia crucial para la salud global y la sostenibilidad de los ecosistemas.
El estudio de estas enfermedades es necesario para comprender las interacciones patológicas que se producen y así anticipar su impacto en la salud humana y en la sostenibilidad de las pesquerías. En este contexto, las investigaciones llevadas a cabo en el Laboratorio de Patología Acuática han sido pioneras en este campo poco explorado, abriendo nuevas perspectivas sobre cómo estas infecciones afectan a las especies marinas, especialmente al pulpo O. maya.
El ecosistema bajo la lupa. Reflexiones finales
A lo largo de los párrafos anteriores, hemos visto cómo las parasitosis en pulpos no son un simple problema biológico, sino una preocupación que cruza fronteras ecológicas, económicas y sanitarias. El monitoreo constante y el desarrollo de investigaciones que exploren el impacto directo en los pulpos, las implicaciones más amplias en la pesca y la conservación son claves para enfrentar este reto.
Entender mejor las interacciones entre los pulpos, sus parásitos y el entorno permitiría diseñar estrategias de manejo sostenibles y mejorar la calidad de los productos pesqueros. Los estudios futuros en inmunología, biología y ecología de cefalópodos contribuirán a generar soluciones integrales, asegurando la supervivencia tanto de los pulpos como de las comunidades humanas que dependen de ellos.
*Foto de portada creada con Chat GPT