La adicción es un trastorno crónico caracterizado por la búsqueda y el consumo compulsivo de sustancias psicoactivas a pesar de conocer sus efectos adversos. Implica una inversión creciente de recursos materiales y emocionales, además del deterioro progresivo de la salud del consumidor. A nivel cerebral, las drogas alteran procesos fundamentales, afectando la percepción de las recompensas, el control de los impulsos, las emociones y la toma de decisiones.
Estudios en diferentes poblaciones han demostrado que generalmente los hombres consumen más drogas que las mujeres; sin embargo, las mujeres progresan más rápidamente hacia la adicción, en un fenómeno conocido como “efecto telescópico”. Este patrón se ha observado para el consumo repetido de alcohol, cannabis, psicoestimulantes y opioides, así como en adicciones no farmacológicas, como la ludopatía o juego patológico. Otro dato es que los varones suelen iniciar el consumo a edades más tempranas y las mujeres tienden a consumir drogas como respuesta al estrés, la ansiedad o la depresión (Figura 1).

¿De qué dependen las diferencias que se observan entre hombres y mujeres en el consumo de drogas? ¿ Siempre han sido iguales o han variado a lo largo del tiempo? ¿ De qué manera podría ayudarnos conocer estas diferencias para tratar los efectos de las drogas? Estas son algunas de las preguntas que pretenden responder los estudios entre consumidores, las investigaciones de laboratorio, y el tema de esta breve revisión.
Sexo y género
El sexo se define por características genéticas, hormonales, anatómicas y fisiológicas. Las personas de sexo femenino tienen dos cromosomas X, ovarios, útero, trompas de falopio y hormonas que definen los caracteres sexuales secundarios que se desarrollarán en la edad adulta. Las personas de sexo masculino tienen un cromosoma X y uno Y, pene, testículos, escroto y caracteres secundarios que se desarrollan como respuesta a hormonas sexuales como vello facial, voz grave y hombros anchos. El género se refiere a la identidad que se construye social y culturalmente a partir del sexo. Esta construcción abarca las expectativas, roles, tareas y espacios que la sociedad asigna a las personas en función de su sexo o identidad sexual. En los animales solo puede hablarse de sexo; en los seres humanos, el sexo y el género son igualmente relevantes.
Factores sexuales y genéricos que afectan el consumo de drogas
Los factores que afectan el consumo de sustancias psicoactivas pueden agruparse en tres categorías: los relacionados con la persona que consume (biológicos), los de la sustancia consumida (farmacológicos) y los del entorno en que la persona realiza el consumo (socioculturales).
- Factores biológicos
La edad, talla, sexo y genética pueden determinar los efectos de las drogas. Entre más joven es quien consume, más probable es que presente efectos adversos a largo plazo y desarrolle adicción. A menor talla, se necesita menor cantidad de sustancia para alcanzar un efecto y es más fácil experimentar una sobredosis. Por otro lado, las mujeres y los hombres tienen diferente composición corporal (proporción de grasa y agua) lo que modifica la distribución de las drogas en el organismo.
Además, el tránsito a través del tracto gastrointestinal es considerablemente más rápido en el hombre que en la mujer. Esto significa que, cuando las sustancias se administran por vía oral, pasan más tiempo en contacto con la superficie de absorción intestinal en las mujeres, pudiendo alcanzar mayor concentración en su sitio de acción. Por otra parte, una persona puede experimentar más intensamente los efectos de una droga que otra del mismo sexo, talla y edad por diferencias en la eficacia de algunas de sus enzimas encargadas de metabolizar las drogas.
- Factores farmacológicos
Las sustancias que producen adicción tienen características fisicoquímicas que les permiten atravesar diferentes barreras biológicas y llegar a blancos específicos, llamados receptores, en el sistema nervioso. Cuando las drogas se unen a sus receptores echan a andar respuestas características, tales como: estimulación del sistema nervioso (cocaína, metanfetaminas, nicotina); inhibición del sistema nervioso (alcohol, disolventes inhalables, hipnóticos y sedantes); activación de receptores opioides (morfina, heroína, fentanilo); estimulación de receptores cannabinoides (mariguana, concentrados de cannabis, tetrahidrocannabinol) o producción de alucinaciones (LSD, sustancias activas de hongos alucinógenos, ayahuasca y peyote). La intensidad y velocidad a la que se experimentan los efectos dependen de la vía de administración (las más eficaces son la intravenosa y la inhalación), la cantidad de droga consumida y la frecuencia de consumo. A mayor cantidad y mayor frecuencia, mayor riesgo de adicción.
- Factores socioculturales
Las variables socioculturales pueden propiciar o desmotivar el consumo de drogas. La presión de pares, la baja percepción de riesgo y la mercadotecnia son factores que favorecen el consumo, sobre todo en los adolescentes. La pertenencia a grupos sociales determinados, la facilidad para obtener las sustancias, las creencias religiosas y las expectativas de género también influyen en la conducta frente a las drogas. Por ejemplo, si la sociedad ve con buenos ojos el que los hombres experimenten situaciones de riesgo desde edades tempranas, será más permisiva para el consumo de alcohol entre niños y adolescentes. De igual manera, si se considera normal que una mujer agobiada por las responsabilidades familiares, laborales o ambas, tome pastillas para dormir sin la adecuada supervisión médica, será más difícil identificar un problema de dependencia cuando se presente. Otro ejemplo es la presión social para ajustarse a estándares de belleza o trabajar en horarios muy extendidos que pueden favorecer el consumo de sustancias estimulantes para disminuir el apetito, mantener un peso bajo y tener mayor energía que la habitual.
Comprender las diferencias sexuales en el uso de drogas es fundamental, ya que el sexo influye en la forma en que el organismo asimila las sustancias y experimenta sus efectos. Por ejemplo, casi todas las drogas liberan dopamina en áreas específicas cerebrales que median respuestas gratificantes. Los niveles elevados de estrógenos incrementan la concentración y liberación de dopamina lo que puede potenciar su efecto adictivo. Entender las diferencias de género también es fundamental porque, por ejemplo, si se estigmatiza a una mujer que ha desarrollado adicción o no se le dan facilidades para el cuidado de sus hijos para asistir a tratamiento, no lo hará.
Diferencias sexuales en el consumo de algunas sustancias específicas
- Alcohol
Las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres influyen en la cantidad de alcohol que absorbe su organismo. Las mujeres, por tener menor proporción de agua corporal, tránsito intestinal más lento y enzimas menos eficaces, alcanzan concentraciones más altas de alcohol en la sangre con la misma cantidad que los hombres. Si las mujeres beben a la par de los hombres, se intoxican más rápidamente y tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con el consumo de alcohol y alteraciones hormonales. Durante el embarazo, el consumo de alcohol puede causar abortos espontáneos, retraso en el desarrollo fetal y el nacimiento de niños afectados por el trastorno del espectro del síndrome alcohólico fetal que se caracteriza por diversos grados de retraso mental y malformaciones craneo-faciales. Otro aspecto que vale la pena resaltar es que el alcohol está vinculado con mayor riesgo de sufrir violencia física y sexual.
- Cannabis
El consumo de cannabis, en cigarrillos, comestibles, concentrados o líquidos de vapeadores, se ha incrementado en los últimos años. Aunque los hombres tienen mayor riesgo de desarrollar un trastorno por uso de cannabis, las mujeres experimentan mayores alteraciones en la memoria espacial, progresan más rápidamente hacia la adicción y presentan una abstinencia más severa. Estudios en modelos animales han demostrado que el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC), la principal sustancia psicoactiva de la planta Cannabis sativa, tiene mayores efectos analgésicos y recompensantes en hembras que en machos y se cree que estas diferencias están medidas por hormonas sexuales. El aumento en el consumo de cannabis en mujeres embarazadas, al igual que el de prácticamente cualquier droga, se asocia al nacimiento de niños con bajo peso y potenciales alteraciones en el neurodesarrollo.
- Cocaína
La cocaína es un psicoestimulante que se extrae de las hojas de un arbusto abundante en Sudamérica y existe como polvo, pasta o “piedra”. Se absorbe rápidamente por las mucosas nasales al inhalarlo por la nariz, por los pulmones al fumar e instantáneamente por vía intravenosa. Por cualquier vía, llega al cerebro muy rápidamente y sus efectos son de corta duración (20-60 minutos). En México, la cocaína es la tercera droga más consumida entre adolescentes después del alcohol y el tabaco y los hombres reportan casi el doble de consumo de cocaína que las mujeres. En Estados Unidos, el 60% de los consumidores de cocaína son hombres. Las diferencias entre países probablemente se deben a factores socioculturales. Las mujeres reportan mayor vulnerabilidad a desarrollar adicción a esta sustancia y recaídas más frecuentes después de suspender su consumo.
En estudios con roedores, se ha encontrado que las hembras presentan mayor estimulación (medida por actividad locomotriz) que los machos como respuesta a administraciones únicas o repetidas de la droga. Este efecto no se debe a diferencias en el metabolismo, ya que las concentraciones de cocaína en los cerebros de hembras y machos son equivalentes. Por otro lado, se ha sugerido que un incremento en los niveles de estradiol facilitan la transición a la adicción en hembras e incrementa la auto-administración de cocaína en modelos animales.
- Opioides
El término opioides abarca sustancias de origen vegetal (morfina, codeína), derivados semi-sintéticos (heroína, oxicodona) y sintéticos (fentanilo), y a los opioides que produce nuestro organismo para modular el dolor, sentir placer y otras funciones esenciales (endorfinas y encefalinas). Hay muchos opioides de uso médico y su eficacia en el manejo de ciertos tipos de dolor es incuestionable, pero su uso no médico es la principal causa de la actual crisis de muerte por sobredosis. En Estados Unidos, la adicción a opioides se incrementó en los últimos diez años de forma alarmante, y aunque se reporta un mayor número de usuarios varones, la tasa de muerte por sobredosis de opioides de prescripción en mujeres es 200% superior a la tasa de muerte en varones.
El rol del sexo/genéro en el riesgo a desarrollar adicción a opioides ha sido reportado y las mujeres muestran el mayor uso no médico de opioides de prescripción como droga de uso primario. Lo anterior podría deberse a que más mujeres padecen dolor crónico y presentan síndromes de abstinencia más severos que los hombres al suspender el consumo. No se recomienda que las mujeres que consumen opioides los suspendan cuando se embarazan, porque la abstinencia es tan intensa que puede ser más peligrosa para el bebé en gestación que los mismos opioides. En esos casos, se recomienda cambiar a compuestos menos peligrosos que la heroína, como la metadona o la buprenorfina. Desde luego, los recién nacidos pueden experimentar un síndrome de abstinencia que requiera tratamiento farmacológico.
La evidencia en modelos animales sugiere que las diferencias sexuales en los efectos de los opioides están reguladas por hormonas, receptores opioides y receptores a estrógenos. Estudios en ratas hembra sexualmente maduras han reproducido el efecto telescópico previamente reportado en mujeres expuestas a fentanilo. Así, las ratas tienen mayor motivación y uso compulsivo que los machos en respuesta a menor número de administraciones de la droga y mayor vulnerabilidad a recaídas después de suspender el consumo.
Conclusiones
Las drogas presentadas en este artículo son algunos ejemplos representativos que muestran que el consumo de drogas no puede analizarse únicamente desde una perspectiva biológica, ya que los factores sociales y culturales también desempeñan un papel clave. La violencia intrafamiliar, la dificultad para acceder a tratamiento y el estigma social afectan de manera desproporcionada a las mujeres. Además, las mujeres suelen desarrollar adicciones en respuesta a eventos traumáticos y enfrentan desafíos adicionales si están embarazadas o lactando, debido a los efectos adversos que las drogas pueden tener en el feto o el recién nacido.
Para mejorar la eficacia de los tratamientos contra la adicción, es crucial considerar las diferencias biológicas, sociales y ambientales entre sexos. Las mujeres, en particular, presentan una mayor vulnerabilidad a la adicción relacionada con el estrés, una abstinencia más severa y un mayor impacto negativo de las recaídas. Por ello, las estrategias terapéuticas deben incorporar enfoques diferenciados según el sexo y género para optimizar la prevención y el tratamiento de las adicciones.
Lecturas recomendadas:
Towers EB, Williams IL, Qillawala EI, Rissman EF, Lynch WJ. Sex/Gender Differences in the Time-Course for the Development of Substance Use Disorder: A Focus on the Telescoping Effect. Pharmacol Rev. 2023;75(2):217-249.
Cruz Martin del Campo, S; León Parra, B; y Angulo Rosas , E.A. (2019). Lo que hay que saber sobre drogas. México: Centros de Integración Juvenil. ISBN versión electrónica: 978-607-7917-19-9
Página web de información sobre drogas: cerebroyadicciones.com