Helicobacter pylori: la historia de una bacteria”

Si observamos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta que estamos rodeados por muchos organismos: aquellos que podemos observar a simple vista y otros que no vemos porque son muy pequeños, por lo que es necesario el uso de microscopios. Entre estos microorganismos se encuentran las bacterias, un conjunto muy grande de organismos unicelulares que tienen un papel muy importante en el lugar donde habitan.

Además, pueden representar beneficios como la producción de antibióticos o la fermentación de alimentos; aunque también desventajas, ya que un pequeño porcentaje de ellas pueden causar infecciones en el ser humano, otros animales, plantas, etcétera. En este artículo revisamos la investigación científica relacionada con el descubrimiento de Helicobacter, un género de bacterias asociadas con gastritis, cáncer gástrico y otros malestares sistémicos.

 

Antes de 1982: Primeras deducciones sobre Helicobacter pylori (H. pylori)

A fines de la década de 1970, el Dr. John Robin Warren trabajaba en el Hospital Royal Perth de Australia, cuando observó bacterias inusuales en las biopsias de pacientes con gastritis. Posteriormente, en 1979, el Dr. Barry James Marshall se integró al hospital, donde tuvo la oportunidad de conocer los trabajos de investigación en gastritis que realizaba el Dr. Warren. Así, desde 1981, colaboraron formalmente en diferentes estudios clínicos, obteniendo cultivos y probando antibióticos (Figura 1).

Figura 1. Ingreso de la bacteria H. pylori hacia el estómago, sitio de inicio de la colonización e infección bacteriana: pintura en acrílico por Valeria Michelle Ramírez Silva.

 

1982: Warren, Marshall y el shot de Helicobacter pylori

Gracias a los estudios que precedieron con al menos 100 biopsias de pacientes, se pudo encontrar una fuerte asociación entre bacterias del género Helicobacter con la gastritis crónica; sin embargo, estos hallazgos no lograron convencer a la comunidad científica. A pesar de ello, Warren y Marshall no se rindieron y finalmente pudieron cultivar el microorganismo a partir de biopsias de mucosa gástrica.

El siguiente paso fue establecer un modelo animal que simulara la infección; se eligió al lechón; tras varios intentos fallidos, ya que el animal no se infectaba, decidieron que era momento de autoexperimentar. En la actualidad, los científicos llevan a cabo sus experimentos en modelos animales, bajo consideraciones bioéticas para el cuidado y manejo de los mismos; se sabe que la autoexperimentación también ha estado presente a lo largo de la historia. Algunos ejemplos fueron: Erlic Metchnikoff, quien se inyectó sangre con espiroquetas causantes de fiebre recurrente, y Albert Schweitzer, quien experimentó con una vacuna no probada contra la fiebre amarilla para determinar los efectos secundarios.

No obstante, Marshall también se unió a esta lista cuando ingirió un shot que contenía la bacteria H. pylori, con la posterior presencia de síntomas: hinchazón y saciedad, así como disminución del apetito, mal aliento y vómito matinal acuoso sin ácido. Tras una endoscopía, se evidenció el cumplimiento de los postulados de Koch y una gastritis activa severa. Este experimento, aunque arriesgado, resultó clave para relacionar a H. pylori con la gastritis.

El descubrimiento de la etiología infecciosa de la gastritis representó una revolución en la patología digestiva, ya que todo el mundo pensaba que las bacterias no podían sobrevivir en el estómago y menos se creía produjeran tal daño generalmente asociado a la alimentación con comidas picantes, estrés, etcétera.

Las investigaciones científicas continuaron con la finalidad de conocer más sobre todas las implicaciones patológicas que esta bacteria tenía. Otra de las interrogantes era encontrar un nombre correcto para este microorganismo, por lo que se apoyaron de la experiencia de Martín Skirrow, quien trabajaba con Campylobacter. Fue gracias a esto que antes de llamarse Helicobacter, provisionalmente se le consideró parte del género Campylobacter, debido a sus similitudes como: forma espiral, capacidad microaerofílica, crecimiento en el mismo medio de cultivo y otras características bioquímicas (Figura 2).

En tanto que, el adjetivo pylori o pyloridis se asignó por su localización en la zona pilórica del estómago. Tiempo después, debido a otras particularidades patológicas y moleculares, un grupo de científicos determinó que se parecía más al género Helicobacter y entonces, pudo aceptarse el cambio a Helicobacter pylori.

Figura 2. Identificación morfológica y bioquímica de la bacteria H. pylori: a) Forma bacilar observada mediante microscopía óptica y tinción de Gram; b) prueba de ureasa positiva de H. pylori (tubo derecho); c) prueba de catalasa positiva donde se forman burbujas; d) prueba de oxidasa positiva en la punta de la tira reactiva, observándose un color obscuro; y e) fenotipo colibrí producido por la infección de células gástricas (AGS) infectadas con H. pylori.

 

2005: Llegó el Premio Nobel

Después de algunos años, el 3 de octubre de 2005, la Asamblea de los Premios Nobel en el Instituto Karolinska de Suecia galardonó a Robin Warren y Barry Marshall con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología por descubrir a H. pylori como una bacteria que infecta a las células gástricas presentes en el estómago, causante de gastritis, úlcera péptica y cáncer gástrico (Figura 3). Por su asociación con este último padecimiento, fue la primera bacteria reconocida como un carcinógeno tipo IV; posteriormente se comprobó experimentalmente que inducía cáncer en modelos animales.

Figura 3. Robin Warren y Barry Marshall obtienen el premio Nobel de Medicina y Fisiología por descubrir a H. pylori.

 

2010: Ötzi, una momia infectada con Helicobacter pylori

Gracias al avance de la ciencia, se han desarrollado muchas técnicas para determinar la estructura de las poblaciones bacterianas y así conocer más sobre su evolución. En 1991, en los Alpes de Ötztal, Italia, a una altitud de 3200 m se descubrió un cuerpo congelado y momificado conocido como Ötzi, un hombre de hielo tirolés que databa del Neolítico tardío (hace 5200 años), lo que la convierte en la momia más antigua encontrada hasta la fecha.

Durante el 2010, debido al aniversario 20 de su descubrimiento, su cuerpo fue estudiado nuevamente y pudo obtenerse material gástrico, el cual se analizó con varios métodos y se determinó la presencia de H. pylori, aislando su genoma completo. Sin embargo, existen otros estudios donde se han identificado material genético y otros factores de virulencia bacterianos, tal es el caso de las momias andinas, precolombinas mexicanas, coreanas y canadienses. De modo que al parecer esta bacteria tiene un origen muy antiguo, convirtiéndola en una valiosa herramienta para investigar eventos demográficos ocurridos durante la prehistoria humana (Figura 4).

Figura 4. Imagen de Ötzi real y el hombre de hielo caricaturizado e infectado con H. pylori (Modificada de Maixner et al; 2016).

 

2023: Helicobacter pylori hasta nuestros días

Actualmente contamos con mayor información sobre H. pylori. Sabemos que es una bacteria Gram negativa, de forma helicoidal o espiral y con 2-6 flagelos en uno de sus polos. Su capacidad para infectar al ser humano es muy alta, estimándose que poco más de la mitad de la población mundial está infectada con esta bacteria, aunque sólo una minoría padece la enfermedad, y entre el 3 y 10% de los infectados experimentan úlceras pépticas.

Su relevancia patológica se debe a su asociación con enfermedades gástricas como la gastritis crónica, úlceras pépticas, linfoma del tejido linfoide asociado a mucosas (MALT) y cáncer gástrico (Figura 5). Gracias a diversos estudios epidemiológicos se ha establecido una estrecha relación de la infección por H. pylori con enfermedades extragástricas como: metabólicas, cerebrales, autoinmunes, cardiovasculares, pancreáticas, etcétera. Sin embargo, aún se deben realizar extensas y profundas investigaciones para determinar las asociaciones directas y los mecanismos moleculares implicados.

Figura 5. Padecimientos gástricos y síntomas generales ocasionados por la infección con la bacteria H. pylori.

 

Ante el actual incremento en la tasa de resistencia a antibióticos, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha convertido en una amenaza para la salud mundial, se dificulta el tratamiento de las infecciones bacterianas como H. pylori. Así, actualmente se estudian nuevos tratamientos efectivos para combatir la infección por esta bacteria, con la finalidad de evitar complicaciones gástricas y extragástricas, además de promover campañas sanitarias que limiten el uso indiscriminado de antibióticos.

En conclusión, resulta interesante conocer la historia que condujo al descubrimiento de la bacteria H. pylori, así como las dificultades a las que los científicos se han enfrentado, todo lo cual ha favorecido al desarrollo de las investigaciones actuales y eventualmente de las futuras, además de promover su aplicación en diversas áreas como la salud.

 

 

Referencias

Aumpan, N., Mahachai, V. and Vilaichone, R.-k. (2023), Management of Helicobacter pylori infection. JGH Open, 7: 3-15. https://doi.org/10.1002/jgh3.12843

Marshall, B. (2016). A Brief History of the Discovery of Helicobacter pylori. In: Suzuki, H., Warren, R., Marshall, B. (eds) Helicobacter pylori. Springer, Tokyo. https://doi.org/10.1007/978-4-431-55705-0_1

He J, Liu Y, Ouyang Q, Li R, Li J, Chen W, Hu W, He L, Bao Q, Li P and Hu C (2022) Helicobacter pylori and unignorable extragastric diseases: Mechanism and implications. Front. Microbiol. 13:972777. doi: 10.3389/fmicb

Maixner, F., Krause-Kyora, B., Turaev, D., Herbig, A., Hoopmann, M. R., Hallows, J. L., Kusebauch, U., Vigl, E. E., Malfertheiner, P., Megraud, F., O’Sullivan, N., Cipollini, G., Coia, V., Samadelli, M., Engstrand, L., Linz, B., Moritz, R. L., Grimm, R., Krause, J., Nebel, A., … Zink, A. (2016). The 5300-year-old Helicobacter pylori genome of the Iceman. Science (New York, N.Y.)351(6269), 162–165. https://doi.org/10.1126/science.aad2545

 

Foto d eportada: CC por Patho