Análisis crítico del documental Picture a Scientist
Una joven estudiante trabaja en su banca experimental, ansiosa y expectante al saber que en cualquier momento se abrirá la puerta y podrá conocer por primera vez a uno de sus ídolos científicos, Francis Crick, co-descubridor de la estructura del DNA. Cuando el premio Nobel ingresa al laboratorio, ella sonríe y quizá lo ve con mirada de admiración. Pero al momento del saludo, Crick le toca los senos. Éste es el relato que en voz de la genetista Nancy Hopkins, abre una de las primeras escenas de Picture a Scientist. El documental está disponible para el personal de Cinvestav gracias a las gestiones de las autoridades institucionales1. Dirigido por Sharon Shattuck e Ian Cheney, la película fue financiada principalmente por la fundación filantrópica Heising-Simons, que desde San Francisco California se dedica a promover el desarrollo de soluciones sostenibles a problemas ambientales, mejorar la educación infantil y defender los derechos humanos.
La historia gira alrededor de los relatos de tres mujeres de ciencia estadunidenses durante diferentes etapas de su vida profesional. Nos muestran su pasión por la ciencia y revelan la naturaleza masculina del sesgo institucional, racismo y acoso al que han sido sometidas en el ambiente académico. En 2017, la Dra. Jane Willebring, profesora de geología en el Instituto Scripps de Oceanografía, denuncia a David Marchant, casi veinte años después de los hechos ocurridos. David Marchant era su director de tesis doctoral y en varias expediciones a las planicies secas de la Antártida, fue sistemáticamente humillada, insultada y acosada. Su testimonio y denuncia dio pauta para que otras estudiantes y empleadas académicas siguieran su ejemplo. Esta situación generó el despido de Marchant de la Universidad de Boston en abril de 2019. Por otro lado, la Dra. Raychelle Burks, profesora de química analítica de la Universidad St. Edward (Texas), relata cómo su origen afroamericano la convierte en blanco de discriminación racial en su institución, donde la confunden frecuentemente con personal de intendencia y se cuestiona que deje su automóvil en espacios reservados para el cuerpo académico. Finalmente, la Dra. Nancy Hopkins quien es genetista del desarrollo, miembro de la Academia Norteamericana de Ciencias y profesora del Massachusetts Institute of Technology (MIT), describe con detalle el largo camino que representó abandonar el yugo de los estereotipos sociales que su generación imponía a las mujeres. Ella encabezó una verdadera cruzada académica que la llevó a exigir los mismos derechos, oportunidades y reconocimientos que sus compañeros de género masculino, teniendo que luchar para obtener la misma asignación de superficie de laboratorio y el mismo salario que sus compañeros de nivel académico equivalente, algunos de los cuales llegaban hasta negarle la autoría de sus propios descubrimientos, por el simple hecho de ser mujer.
El componente común del ambiente hostil que describen las tres protagonistas gira en torno a la falta de perspectiva de género que prevalece en la mayoría de las instituciones científicas y académicas del mundo, estructuradas a partir de jerarquías de autoridad y poder dominadas por hombres. Como lo señala la Dra. Paula Johnson, Presidenta del Colegio Wellesley (Massachusetts, EEUU), en el sistema académico actual, el futuro de jóvenes estudiantes y practicantes científicos reposa de manera casi absoluta sobre el financiamiento y formación que les ofrecen de manera directa sus profesores y directores de tesis, creando una dependencia jerárquica en la que fácilmente pueden surgir problemas de acoso. En el documental se señala que un estudio realizado en 2018 por la Academia de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos llegó a la conclusión que no menos del 50% de las mujeres en las instituciones académicas estadunidenses habían sufrido algún tipo de “acoso sexual”2. Poco después, la Dra. Kathryn Clancy, Antropóloga en la Universidad de Illinois, matiza el dato: “Hablando de manera general, la atención sexual no deseada y la coerción sexual, que representan las formas de acoso que más llaman la atención de la opinión pública, son las menos comunes”. El documental muestra que el 90% de los casos reportados en las instituciones académicas de los E. U. corresponden a una de las siguientes categorías: exclusiones académicas sutiles por razones de género (incluyendo las que se dan por correo electrónico), exclusiones de posibles colaboraciones científicas cuando claramente se reconoce a una mujer como experta en el campo, insulto con connotación de género, gestos obscenos, hostilidad, desconsideración durante evaluaciones de promoción profesional, comentarios relativos a la apariencia corporal y sabotaje de experimentos1.
Ante esta larga y diversa lista de agravios, Picture a Scientist decide anteponer la analogía del iceberg para que estos actos y comportamientos sean incluidos, sin distinción, como formas de “acoso sexual”. La categoría que representa el 90% de los casos arriba señalados sería la parte oculta del iceberg, la que se constituye como un conjunto de comportamientos hostiles que alimentan, en voz de la Dra. Clancy: “esos momentos que le hacen sentir a una mujer que no es bienvenida o que no pertenece al lugar en el que se encuentra”.
La postura de Picture a Scientist es acorde con la definición de acoso sexual con la que se rige la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo de Estados Unidos de Norteamérica (EU)3, una comisión bipartidista encargada de hacer cumplir las leyes federales que establecen la ilegalidad de la discriminación laboral por raza, color, religión, sexo (incluido el embarazo), origen, nacionalidad , edad, discapacidad o información genética. Sin embargo, Picture a Scientist omite mencionar que, en el marco de dicha definición, existen tres categorías claramente distintas en sus alcances e implicaciones legales: la “coerción sexual” (sexual coercion), “la atención sexual no deseada” (unwanted sexual attention) y el “acoso de género” (gender harassment)4. Mientras que la “coerción sexual” se refiere a propuestas lascivas que causen que las condiciones de empleo o educación dependan de la cooperación sexual, la “atención sexual no deseada” incluye expresiones ofensivas y no correspondidas de contacto físico (caricias, abrazos, besos), miradas lascivas y solicitudes persistentes de citas, a pesar de su rechazo. En cambio, el “acoso de género” – la categoría que representa 90% del volumen del iceberg académico estadounidense, según el discurso de Picture a Scientist – se refiere a un rango amplio de comportamientos verbales y no verbales que nada tienen que ver con acercamientos de carácter sexual, sino con actitudes insultantes, hostiles o degradantes de miembros de un género hacia el otro. Algunos ejemplos de “acoso de género” hacia las mujeres incluyen los insultos o bromas sexistas, la negación de su posición de liderazgo o inteligencia y el sabotaje de sus actividades de investigación.
Cabe señalar que la postura de Picture a Scientist es difícilmente comparable con el marco jurídico que rige al Cinvestav. Desde enero de 2020, por primera vez existe un protocolo que busca sancionar la violencia de genero a partir de una metodología que cuestiona la desnaturalización de las desigualdades y asimetrías del poder entre mujeres y hombres en el servicio público. Con principal fundamento en lo dispuesto por la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia5, el nuevo Protocolo de Atención, Prevención y Sanción del Hostigamiento Sexual (HS) y Acoso Sexual (AS)6 se ubica en una perspectiva de género que pretende investigar los delitos contra la mujer dejando de lado los múltiples estereotipos que, en el trabajo y en la familia, provocan violencia sexual contra las mujeres. Partiendo de la premisa que en México más del 91% de los delitos por violencia de género se cometen por hombres y tienen como víctima a una mujer (7% se cometen por hombres contra hombres y menos del 1% se cometen por mujeres7), el Protocolo reconoce que este tipo de delitos encuentra sus raíces en la desigualdad y los estereotipos de género que prevalecen en México, estableciendo que la exposición y palabra de una presunta víctima es suficiente para que se proceda a admitir una denuncia por HS y AS. Durante el curso que se ofrece para capacitar a los servidores públicos sobre los alcances del protocolo, Claudia Flores Zuñiga, Directora de Seguimiento y Evaluación adscrita a la Dirección General de Igualdad de Género de la Secretaría de la Función Pública, ofrece algunos ejemplos de estereotipos femeninos y masculinos que, en el pasado, fueron particularmente reprobables al impedir la atención objetiva de denuncias: “pero si te metías a su oficina con mini-falda…”; “pero si te reías de sus chistes y salías con él…”; “¿el Dr. Perogrullo? Pero si en 30 años jamás ha tenido el menor incidente; además, es felizmente casado…”7. En un caso, prevalecen los estereotipos de castigo social y religioso; en el otro, los elementos valorativos de carácter positivo.
Ante está disyuntiva, la función pública fundamenta la pertinencia de la denuncia y subsecuente investigación en las 15 conductas prohibidas que se enumeran en el pronunciamiento “Cero Tolerancia”, emitido por todas las dependencias públicas del Gobierno Federal y firmado por el Director General del Cinvestav el 10 de marzo de 20208. La mayoría de estas conductas coinciden con los agravios que dan lugar al acoso por “coerción” y “atención sexual no deseada” de la legislación estadounidense. Sin embargo, el Protocolo mexicano actual define el acoso sexual como “una forma de violencia con connotación lasciva en la que, si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos”; mientras que el hostigamiento sexual (HS) es “el ejercicio del poder, en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en los ámbitos laboral y/o escolar. Se expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la sexualidad de connotación lasciva”6. La lascivia se define como el deseo exacerbado o propensión excesiva a la actividad sexual. Por ende, con excepción del encuentro de la Dra. Hopkins con Francis Crick, los agravios que presenta Picture a Scientist están relacionados con discriminación de género, acoso laboral, y abuso de poder, pero no representan ejemplos de acoso sexual en el marco jurídico que rige al servicio público, y por lo tanto al Cinvestav.
¿Cuáles son las formas de violencia contra las mujeres y desigualdad de género más recurrentes que se presentan en el sector científico y académico nacional? En la actualidad no existe un estudio comparable al realizado por la Academia Norteamericana de Ciencias. Se trata de una tarea pendiente pero complicada, debido a la magnitud del sesgo de género y los tabús que siguen prevaleciendo en todos los sectores profesionales, incluida la academia. Fue la labor de Nancy Hopkins la que se convirtió en parteaguas, y sin buscar protagonismo político, quien encabezó las iniciativas que en 1999 culminaron con el primer reporte público sobre el estatus de las mujeres en una institución científica y académica de prestigio mundial como el MIT9. Entre los hallazgos de la labor de Hopkins que Picture a Sicientist destaca, están la inequidad de género en materia de salarios, de distribución de espacios de laboratorio, en la composición de la plantilla de las instancias académicas y en los criterios de evaluación para promoción, en todos los casos, claramente desfavorables para las mujeres.
Según lo publicado en Conexión Cinvestav el 31 de Agosto de 2020, el 25.1% de la planta académica de tiempo completo con la que cuenta, está conformada por mujeres10, en contraste con el 40% de la plantilla actual del MIT11. La distribución en Cinvestav está lejos de ser equitativa; mientras que en Ciencias Sociales y Humanidades las mujeres representan el 54.8% (34 de 62), en Ciencias Exactas representan sólo el 11.7% (15 de 128); en Ciencias Biológicas el 38.5% (59 de 153), y en Ingenierías y Tecnologías de la Información el 15.9% (43 de 270). En términos de las categorías académicas más altas del Cinvestav, el 52% de la categoría 3D está actualmente conformada por mujeres (59 de 113); este porcentaje se reduce a 21.4% en la categoría 3E (12 de 56) y 17.6% en la categoría 3F (6 de 34). Estos resultados indican que el 51% de la planta de Investigadoras Cinvestav ha alcanzado al menos el nivel 3D, un porcentaje muy superior al de los hombres (27.7%). Cabe recalcar que las categorías 3D a 3F sólo son alcanzables a partir del cumplimiento de criterios de repercusión académica que responden a parámetros cualitativos más que cuantitativos12. Es posible que, como en otras instituciones en el ámbito internacional, exista una desigualdad en el tiempo que le toma a las mujeres alcanzar dichas categorías en comparación con los hombres; sin embargo, se requiere un análisis más profundo de los tiempos de trayectoria académica por género para poner a prueba dicha hipótesis. Hoy en día el salario de las mujeres y de los hombres que se desempeñan como Investigadores Cinvestav es exactamente el mismo dentro de cada una de las categorías. Si bien la asignación de las superficies de espacio dentro de los laboratorios y oficinas es frecuentemente desigual debido a las limitaciones de la infraestructura disponible, dicha desigualdad no parece responder a razones de género.
Se dice a menudo que un cambio de actitud sólo puede llegar con un cambio de cultura. Lo que Picture a Scientist muestra, a partir de la experiencia de Nancy Hopkins en el MIT, es que es indispensable tener datos que estimen la magnitud del problema para poder solucionarlo. La solución llega progresivamente a partir del fomento a la diversidad humana, del análisis de datos y de la subsecuente instrumentación de ajustes correctivos. Pero es necesario seguir realizando mediciones y monitoreo para determinar si las nuevas políticas están funcionando antes de repetirlas o volverlas a ajustar.
Lo que parece difícil de aceptar es que el cambio llegue de la mano de procesos en los cuales se perviertan los logros de las mujeres con actitudes que anteponen el interés individual sobre el interés colectivo en busca de protagonismo. Resulta preocupante constatar cómo en algunas instituciones académicas nacionales, incluyendo el Cinvestav, empiezan a surgir nuevos estereotipos femeninos que aprovechan la sensible coyuntura de la inequidad de género para adoptar una postura de víctima y obtener así, por una vía equivocada, espacios de autoridad y poder sobre estos temas. Como lo explica el profesor Daniele Giglioni (Universidad de Bérgamo, Italia) en su libro “Crítica de la víctima” (Editorial Herder, 2017): “La víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima otorga prestigio, exige escucha, promete y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable. ¿Cómo podría la víctima ser culpable o responsable de algo? La víctima no ha hecho, le han hecho; no actúa, padece. Pero ya es hora de superar este paradigma paralizante que divide la sociedad en víctimas y culpables, y rediseñar una praxis, una acción del sujeto en el mundo que sea acreedora de futuro, no de pasado”13. En la actualidad, es relativamente sencillo para cualquiera inventarse una identidad de víctima de discriminación y violencia de género para fomentar reconocimiento y poder de manera ilegítima, desacreditando a una institución o un individuo que se interpone en los intereses personales o de grupo.
Se requiere de un activismo académico decidido en favor del derecho de las mujeres a ser respetadas y bienvenidas en el mundo científico y académico, tal y como lo señala Picture a Scientist. Pero se requiere de un activismo honesto, encabezado por mujeres y hombres que busquen establecer un diagnóstico acertado con datos medibles y confiables, como punto de partida para proponer cambios a través del apoyo genuino que muestran las autoridades actuales, sensibles y comprometidas con el tema. La lucha de las mujeres por sus derechos no merece ser pervertida para manipular un protocolo a conveniencia, no para defender los derechos de vivir una vida libre de violencia, sino para victimizarse y sacar ventaja. Como lo dijo la Ministra Yasmin Equivel, nombrada recientemente Presidenta de La Segunda Sala en la Suprema Corte de Justicia de la Nación: “Creo firmemente en la incursión de la mujer en las actividades productivas. No debe entenderse en función de una cuota obligada de género, sino como el hecho de que las mujeres que concursen por determinados puestos, tengan las mismas oportunidades que los hombres para acceder a ellos” 14. La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adiche15 nos dice que la cultura no hace a la gente, sino que la gente hace a la cultura. Si en nuestra cultura laboral es verdad el hecho de que las mujeres somos seres humanos con plenos derechos, entonces todas y todos por igual podemos y debemos cambiar la cultura.
Referencias
- https://www.pictureascientist.com/
- https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK507206/
- https://www.eeoc.gov/es
- https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK519455/#sec_000021
- https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&q=Ley+General+de+Acceso+de+las+Mujeres+a+una+Vida+Libre+de+Violencia
- https://www.gob.mx/cultura/documentos/nuevo-protocolo-para-la-prevencion-atencion-y-sancion-del-hostigamiento-sexual-y-acoso-sexual-2020
- http://puntogenero.inmujeres.gob.mx/ci_mcsp.html
- https://www.cinvestav.mx/Integridad-P%C3%BAblica
- http://web.mit.edu/fnl/women/women.html
- Datos al 5 de diciembre de 2020, proporcionados por la Secretaría Académica de Cinvestav.
- https://www.collegefactual.com/colleges/massachusetts-institute-of-technology/student-life/diversity/
- https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&q=bases+para+la+promocion+clasificacion+cinvestav
- https://www.herdereditorial.com/critica-de-la-victima
- https://forojuridico.mx/nombramiento-de-yasmin-esquivel-mossa-como-ministra-de-la-scjn/
- https://www.ted.com/talks/chimamanda_ngozi_adichie_we_should_all_be_feminists?language=es
La presente publicación se restablece en cumplimiento a la resolución interlocutoria de fecha catorce de mayo de dos mil veintiuno, emitida por el H. Juez Octavo de Distrito en Materia Administrativa de la Ciudad de México; mediante la cual se resolvió conceder la suspensión provisional del acto reclamado en demanda de amparo bajo el número 362/2021-III.
13 comentarios
Interesante análisis de las diferencias entre dos vertientes del problema muy diferentes: una puritana y moralista (EU), la otra liberal y machista (México). Felicidades a AyP por fomentar la reflexión sobre este tema.
En su registro legal (https://avanceyperspectiva.cinvestav.mx/registro-legal/), Avance y Perspectiva tiene el siguiente disclaimer:
“Los contenidos de los artículos y reseñas publicados son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan necesariamente la opinión de los editores, ni de la institución.”
Se aclara lo anterior debido a que el artículo de la autora ha generado una sensible molestia en las redes sociales. Por tal motivo, las páginas de esta revista están abiertas para recibir ensayos que deseen argumentar en contra de lo que la autora sugiere en su texto.
En una sociedad en la que deseamos haya libertad y derecho a la libre expresión de las ideas, la diversidad de opinión debe crear un debate que nos permita mejorar como individuos e institución.
Editor de AyP. Gracias por el espacio para comentar. Es muy buena idea dar espacio al tema de género, que está desprovisto de legislación actualizada y apropiada en muchos niveles, y es un tema urgente de atender en la academia y en general en México. Pero es muy mala idea promover un ensayo con un cierre como éste. Ojalá Gloria León del Langebio, autora del ensayo, nos pudiera explicar en esta sección lo que la motivó a escribir un cierre como el que hace ¿Que quiere transmitir con un mensaje en el que se concluye que las mujeres que denuncian quieren ser heroínas? ¿Solo escribió para atizar una llama sensible entre las v´íctimas de acoso? por no mencionar que parece “subirse” en una iniciativa con un mensaje de protección a las mujeres, por parte de CINVESTAV con la proyección de la película, pero con un mensaje opuesto. Lo del “sin arroba”, ¿quiere decir que es mejor no reconocer a las mujeres? Frases como las siguientes me parecen hasta alarmantes, por parte de la autora, ya que incluso mencionan al CINVESTAV concretamente, en lo que parece una acusación con conocimiento de causa: ‘Lo que parece difícil de aceptar es que el cambio llegue de la mano de procesos en los cuales se perviertan los logros de las mujeres con actitudes que anteponen el interés individual sobre el interés colectivo en busca de protagonismo. Resulta preocupante constatar cómo en algunas instituciones académicas nacionales, incluyendo el Cinvestav, empiezan a surgir nuevos estereotipos femeninos que aprovechan la sensible coyuntura de la inequidad de género para adoptar una postura de víctima y obtener así, por una vía equivocada, espacios de autoridad y poder sobre estos temas’. De hecho parecería que al final intenta protagonizar, con este ensayo, mas que empatizar o ayudar a las víctimas; justo lo que critica tan exageradamente al final de su escrito. Es desafortunado, porque deja entrever que no entiende lo que es el acoso y el arduo proceso de la denuncia. ¿O quizá nos quiere decir algo entre líneas? Esperemos que nos pueda comentar aquí en este espacio, la postdoctorante del lab de “Laboratorio de Desarrollo Reproductivo y Apomixis”, lo que tenía en mente con esa sección en general, del cierre de su ensayo – quizá simplemente no le pensó bien al enviar este escrito, o no tiene ni la formación en el tema de género, ni la sensibilidad de lo que podría significar su escrito. Irresponsable, de cualquier manera, y vergonzoso, como dicen en las redes, para CINVESTAV.
“Es relativamente sencillo para cualquiera inventarse una identidad de víctima de discriminación y violencia de género para fomentar reconocimiento y poder de manera ilegítima, desacreditando a una institución o un individuo que se interpone en los intereses personales o de grupo.”
Escribir esto es relativamente sencillo, si se pone de un lado el acoso machista sistemático en el que vivimos, y del que esta revista con esta columna, claramente es parte.
Las posturas de quienes firman como Juana Amor y Carlos Sandoval buscan el estruendo y no la reflexión. No hay irresponsabilidad en este artículo, y sí hay elementos para una reflexión académica plural. La postura de la autora revela algunos de los huecos que tiene la legislación mexicana actual, y sus limitaciones con respecto a la de EU. Su colofón está en acorde con voces que han señalado lo mismo en foros académicos especializados. Ver por ejemplo “La lucha contra el acoso sexual debe darse sin puritanismos ni victimismos” en el Boletín de la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM #30, del 19 de Enero de 2018 (https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2018_030.html).
En el foro “Acoso Sexual: del silencio al estruendo; dilemas actuales”, efectuado en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, la doctorante de Sociología, Luz del Carmen Jiménez, consideró que se debe pensar hasta qué punto puede ser que grupos conservadores estén retomando ideas feministas para facilitar el retroceso de los logros de las mujeres. Se trata de grupos con orientación cristiana evangélica dedicados a combatir principalmente la trata con fines de explotación sexual. Retoman la lucha contra la violencia de género para sostener sus acciones, no obstante, forman parte de coaliciones más amplias de grupos que han promovido campañas por el derecho a la vida desde la concepción.
Será parte del debate?
A pesar del deslinde, el comité editorial tiene una responsabilidad muy grande al haber decidido que en sus páginas se compartan comentarios que resultan hirientes e injustos para mujeres en una situación de por sí vulnerable. No pueden deslindarse de la responsabilidad de ser la voz de una institución de investigación que al compartir este tipo de opiniones, refuerza y reproduce la idea errónea de que las mujeres que denuncian son “oportunistas” y que es “relativamente fácil” hacer una denuncia para sacar ventaja. Espero puedan aceptar que desacreditar a mujeres sobrevivientes de acoso (con o sin denuncia) no fue la manera correcta de iniciar el debate, y que al hacerlo han enviado un mensaje muy desalentador sobre la postura que el CINVESTAV toma ante este tipo de situaciones.
Lo que pienso a primera vista es que Gloria es valiente, primero porque aborda una problemática conocida y encubierta en el mundo académico sin miedo a firmarlo con su nombre y se atreve a proponer un punto de vista crítico, que hace sentido de cara a las tendencias actuales de censura, censura que se sustenta en ciertas interpretaciones restrictivas de la libertad de expresión, como lo vemos en algunas corrientes actuales de “espacios seguros para la manifestación de las ideas” cuya simple existencia ha obligado también a exponer sobre la mesa de las instituciones educativas la precariedad de nuestros sistemas de “honestidad polémica, independientemente de las restricciones políticamente correctas que éstas se auto imponen. En segundo lugar el texto de Gloria es importante porque es sencillo pero contundente. Ofrece un modelo comparativo de sistemas de razonamiento, ofrece también una distinción conceptual primero y, después, un señalamiento claro sobre cómo distinguir entre prácticas jurídicas y racionales por un lado y “usos y costumbres”. por el otro: además señala con claridad los límites conceptuales entre las representaciones que viene de la judicialización de los Acoso y Hostigamientos sexuales y, el enorme punto ciego de la discriminación en los espacios de la vida y el trabajo cotidianos. Es necesario que lo diga en buena hora una mujer científica y es muy equilibrado el tono y el argumento. El oportunismo político y miserable que denuncia, es el mismo que se usa frente a cualquier tipo de victimología, Pascal de Bruekner cuando escribió “la tentación de la inocencia” ya hace varios años, lo señala contundentemente. En Filosofía y en psicoanálisis se trabaja en efecto con la queja y con los estragos de la victimización en el contexto de la lucha por el reconocimiento y por los derechos individuales y colectivos, pero se lucha también por una ética crítica que asuma y se posicione contra esa evasión constante del sujeto a reconocerse parte del sistema en el que la mayoría de las veces se encuentra atrapado. Con su texto la Dra. Gloria ofrece bases muy sólidas para establecer no solamente un verdadero y honesto debate, sino para trabajar en un sistema mucho más objetivo de prevención y recuperación de los estragos de esos problemas. Desde luego con nuevos matices hay que leer esta aportación, pero no hay que perder de vista un dato que nos conduce claramente a otro lugar en donde se dirimen estos problemas y es el del ámbito de la salud mental de las instituciones, no solamente por el daño colectivo que genera el oportunismo de las prácticas que denuncia el artículo, sino también porque este oportunismo, parapetado detrás del anonimato, con frecuencia indica que muchos académicos, (hombres y mujeres) profundamente lastimados por sus propias historias familiares e institucionales,; traumatizados posiblemente por su condición real o subjetiva de víctimas; subliman y al mismo tiempo encubren sus propias demandas y complicidades “echando” a sus estudiantes por delante y arrojando una cortina de humo sobre sus propias historias de terror o en ocasiones lamentablemente sobre sus propias perversidades.
Soy directora de la Unidad Irapuato, y hace ya casi un año, en marzo de 2020, fui sorprendida por un mural en una pared de la Unidad Irapuato, muy visible, que señalaba a distintas personas por diferentes tipos de acoso. La pandemia puso todo en pausa y deberá atenderse en cuanto podamos regresar. Lo comento porque este mural muestra que la comunidad tiene casos de personas agraviadas que previamente no encontraron otra forma de comunicarse, que exigen cambios, y que quieren autoridades comprometidas en escuchar, investigar y sancionar. La promoción del documental “Picture a Scientist” fue la primera respuesta, a nivel institucional, que buscaba abrir la comunicación con temas de igualdad en nuestra comunidad.
Ahora leo con asombro la contribución en Avance y Perspectiva de la Dra. Gloria León. Resulta un documento raro, no me queda claro la intención del artículo. A bocajarro narra parte de dicho documental, sobre casos reales de abusos a mujeres en la ciencia. Pero de golpe hay un viraje para analizar la situación jurídica y cultural de México y cómo se manejan en Cinvestav temas de acoso, en donde se juzga sin que haya una cultura o madurez jurídica y sin tener suficientes datos. Nos indica que las mujeres parecen tener ventajas importantes al mentir y hacerse ver como víctimas. De entrada, está prejuzgando que mienten.
Supongo que la libertad de expresión indicaría que cada quien diga lo que piensa, pero Avance y Perspectiva, como revista institucional debe ser congruente y participar en la búsqueda de una comunidad incluyente e igualitaria, que entiendo fue la intención de la proyección del documental. Esto ya se lo comenté a Carlos Ruiz, editor de la Revista, quien precisamente me buscó para saber mi opinión, preocupado por la reacción de algunos lectores.
Este artículo de la Dra. León me hizo ver lo profundo de este problema, en donde el silencio y las acciones políticamente correctas encubren y dan espacio a quienes siguen cometiendo abusos. Me da miedo y vergüenza que alguien piense que en la cultura del Cinvestav, la mujer que se exprese o acuse, será considerada como mentirosa o como quien busca prestigio. Puedo estar equivocada, y tal vez hasta haya un sitio web de “víctimas felices”, pero lo dudo.
Volviendo al mural, no sugiero que sólo por señalar a alguien la persona sea culpable, pero sí pienso que ha habido muchos errores y abusos y que deben investigarse, es lo que nos toca hacer como autoridades. No soy experta en este tema, y tengo mucho que aprender sobre la terminología social y legal, pero esta comunicación de la Dra. León me hace ver que sería un error no exponer mi punto de vista, no dejar muy clara mi postura a favor de acciones reales para impedir que potenciales acosadores pudieran seguir actuando con libertad, con impunidad.
Si el punto de partida es que quienes denuncian son mentirosas ¡Pues estamos perdidos! Hay que detener todo tipo de acoso y dejar de encubrir, por omisión, a quienes acosan. De entrada quien denuncia “dice” la verdad y al mismo tiempo el acusado es inocente hasta que la investigación demuestre lo contrario. No se puede desacreditar ninguna denuncia a priori. Hoy contamos con el Comité de Ética y de Prevención de Conflictos de Intereses (CEPCI) que está para atender las denuncias de comportamientos fuera de nuestro Código de Conducta, pero no ha sido suficiente, tal vez porque nos falta trabajar en una cultura de prevención real. Pero mientras lo hacemos, la comunidad tiene que tener espacios para expresarse, asesorarse y, si es necesario, denunciar. Sé que hay muchas personas en Cinvestav que quieren también trabajar en gestar una cultura de equidad y sin ningún tipo de violencia de género.
En cada Departamento y Unidad Cinvestav, ¿qué es lo que ya no se tolerará? ¿Cuáles van a ser los recursos institucionales que reforzarán la “cero tolerancia” a cualquier tipo de acoso, a la que está comprometida nuestra institución? ¿Cómo aseguraremos que las mujeres sean incluidas, reconocidas y escuchadas?
Como mujer en la ciencia, como una persona más de la comunidad, quiero contribuir al cambio, y me comprometo a ser parte del mismo. Yo no me voy a callar, el mural sí dio resultado en mí. Tal vez tú también quieras expresarte aprovechando este mismo espacio.
Dra. Olmedo Álvarez
Coincido con todos los puntos que menciona. Sobre todo con que Avance y Perspectiva debe de ser congruente. Si bien la respuesta no creo que sea eliminar este artículo, creo que sí merece una respuesta y/o debate de parte del Comité Editorial que explique por qué un artículo como este se publicó, así como la posición del mismo Comité al respecto del artículo.
Creo que invitar solamente a las audiencias a generar una respuesta o discusión, sin que el comité mismo genere una es deslindarse de la responsabilidad de ser un comité editorial.
Todo esto se lo comento ya que usted es parte del Comité editorial de esta revista. Y aunque su comentario aquí es muy valioso y alentador, creo que una respuesta oficial del comité generaría una respuesta mucho más contundente y marcaría un antecedente sobre cómo tratar este tipo de textos en el futuro, ya que hasta ahora, parecen tener la puerta abierta en este medio.
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