Al igual que hace miles de años se realizaron los primeros trabajos artísticos de la humanidad sobre los muros de las cuevas, como los de Altamira, al norte de España, ahora, en un proyecto del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) continúan utilizando los muros para los mismos fines, pero con un detalle que llama la atención: el uso de realidad aumentada.
Se trata del proyecto llamado The Borderline, organizado por cinco mujeres, todas estudiantes de entre 17 y 19 años. Dentro de 60 metros de túnel, más de 25 artistas se dieron a la tarea de plasmar su arte en esos muros, en una cueva moderna, eligiéndolos no sólo por ser un “lienzo” en blanco ideal, sino por la concurrencia del lugar, ya que al ser una zona de paso suele utilizarse como traslado, lo que cambiará gracias a esta intervención artística al provocar un alto en el transeúnte para observar el arte interactivo, convirtiendo el sitio en un destino.
Incluso, las organizadoras ampliaron la convocatoria a cualquier estudiante que quisieran participar, pues como dice Julia Rue, la líder del proyecto, “una gran cosa (que tiene) el arte, es llegar a compartir la alegría de lo que se hace con otras personas”. Pero no quisieron quedarse sólo en eso, no dejaron un mural típico, plano, en dos dimensiones, sino que agregaron realidad aumentada.
Ocultas en distintas partes del mural se encuentran diversas obras animadas que, vistas a través de una aplicación con un dispositivo móvil, le dan una inesperada vuelta de tuerca a lo plasmado en esos fríos muros de concreto, dejando de ser una obra inerte, otorgándole vida y movimiento.
El proyecto The Borderline se encuentra en un túnel del edificio 66 del MIT, conocido también como el Edificio Landau, donde se alojan el Centro de Organismos Aerotransportados, el Departamento de Ingeniería Química y el Grupo de Investigación en Combustión, entre otras.
Más de 10 mil años han sucedido desde aquellas pinturas rupestres hechas con carbón de madera hasta estos murales mezclados con realidad aumentada, pero el hombre sigue intentando hacer de su entorno un lugar mejor y dejar constancia de quién es.
Así es el arte, se transforma, mueve y renueva. Su intención, sin embargo, no ha cambiado, expresa qué somos y queremos ser, “…es como una pequeña salida para ellos (autores y observadores) para mostrar las otras partes de sí mismos”, dice Rue.
Yingni Wang, Danny Gelman y Emma Batson, son parte de quienes colaboraron en este mural, bajo la dirección de Julia Rue, Tara Lee, Jessie Wang, Iris Fung y Emma DeSoto, quienes realizan este inspirador proyecto.
Paredes blancas con figuras pintadas a mano que nos llevan a cuadros digitales llenos de vida que se pueden ver y capturar a través de un dispositivo móvil. Los avances tecnológicos son, entonces, una nueva perspectiva desde donde se ve, entiende y conjugan el arte y la ciencia.
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