El Dr. Parkhouse era galés de raíces y familia, pero nacido en Londres, Reino Unido, el 28 de diciembre de 1935; fue un eminente inmunólogo cuya enorme curiosidad lo llevó a incursionar en áreas donde la mayor parte de los inmunólogos básicos no se atreven. En el campo de la inmunología hizo descubrimientos seminales que tuvieron un impacto enorme, particularmente en el área de la inmunidad humoral, y más específicamente, en el estudio del desarrollo y activación de los linfocitos B. Su trabajo posdoctoral, con el Dr. Richard W. Dutton y después con el Dr. Edwin (Ed) Lennox, en California, Estados Unidos de América, le permitió insertarse en la naciente inmunología celular. De regreso a Gran Bretaña, se interesó en los mecanismos que controlan la síntesis y producción de anticuerpos. Su primer contacto con México se dio a través de la Dra. Erika Rebeca Abney, QFB egresada de la UNAM, quien había iniciado su preparación en Inmunología con el Dr. Félix Córdoba. Erika realizó sus estudios de doctorado en el laboratorio del Dr. Parkhouse, describiendo a la lgD como un receptor para el antígeno en los linfocitos B. Este descubrimiento es un clásico, ya que permitió identificar un marcador de linfocitos B maduros y abrió nuevas avenidas para la exploración de la ontogenia de estas células. El hallazgo es significativo por varias razones; primero, porque la lgD es una proteína muy escasa en el suero y solo se presenta en la superficie de los linfocitos B maduros “naive” (que no han tenido contacto con antígeno). Segundo, porque planteó la paradoja de cómo un linfocito puede tener dos receptores distintos y una sola especificidad. Y tercero, porque aún hoy en día no entendemos a cabalidad cuál es la función de dicha molécula en la superficie de las células B.
Por razones personales, el Dr. Parkhouse decidió hacer una estancia sabática en el Depto. de Bioquímica del Cinvestav, en la Ciudad de México, con el Dr. Mauricio Montal. Una razón para elegir al Cinvestav pudo ser que el Dr. Carlos Gitler, especialista en membrana plasmática trabajaba en ese departamento y que el Dr. Parkhouse estaba caracterizando moléculas de la membrana en los linfocitos B. Durante su estancia en México, se relacionó con la comunidad científica de nuestro país, razón por la cual algunos colegas se beneficiaron no solo de su experiencia, sino también de sus contactos. En los años subsecuentes, el Dr. Parkhouse recibió en su laboratorio a colegas y estudiantes para estancias cortas, o para entrenamientos doctorales y posdoctorales.
Quizá como productos de esos encuentros, el Dr. Parkhouse inició su incursión en temas relacionados con la parasitología, generando así su primera publicación en esta área del conocimiento en 1978 (junto con el Dr. Jesús Calderón del Cinvestav), sobre la determinación de antígenos de la membrana de Entamoeba histolytica. Ya de regreso a Londres, hizo contribuciones de avanzada identificando antígenos parasitarios. En 1980 publicó un artículo en la revista Nature sobre la caracterización de proteínas de la superficie de nematodos parásitos. Este enfoque abrió nuevas áreas de investigación que permitieron ampliar el uso de herramientas para el diagnóstico de algunas infecciones parasitarias. Los métodos desarrollados por el Dr. Parkhouse abarcaron parásitos de gran importancia médica como Taenia solium (y por ende los cisticercos), Onchocerca volvulus, Echinococcus granulosus, Meloidogyne incogníta, Trichinella spiralis, etcétera. Extendió estos estudios al uso de sondas de DNA, lo que permitió tener mayor sensibilidad en las pruebas realizadas. Otra área de su interés fue la identificación de antígenos parasitarios con potencial protector, trabajando con grupos tanto en México como en España. Gracias a la observación de la biología de los parásitos, y de su gran intuición, el Dr. Parkhouse contribuyó a la descripción de antígenos estadio-específicos. Sin duda, los conocimientos generados durante su incursión en la parasitología impactaron las áreas de diagnóstico, protección y diseño de vacunas para el control de parásitos de importancia en medicina humana y veterinaria.
El Dr. Parkhouse, en su andar por la ciencia, también contribuyó en el área de la virología durante la última etapa de su vida académica. En el campo de la virología hizo aportaciones importantes en el estudio del virus de la fiebre porcina africana, particularmente en la caracterización de moléculas no descritas, y al análisis ultraestructural del ensamble del virus. Sin olvidar su pasión por la inmunología, usó estos conocimientos para evaluar el papel protector de estas proteínas como posibles candidatos para la elaboración de vacunas. También realizó estudios sobre inmunidad protectora en el virus de la fiebre aftosa, enfermedad erradicada de México, pero aún presente en otros países del mundo. En sus últimos años incursionó en el estudio de cómo algunas proteínas del virus Herpes manipulan la respuesta inmunológica.
El Dr. Parkhouse publicó alrededor de trescientos cincuenta artículos, con más de 11 mil citas y un índice H de 57. Entre sus numerosos artículos en revistas de Inmunología (más de un tercio de su producción total), destacan siete artículos en ”Nature” y uno en ”Science”, y contribuciones en revistas de altísimo nivel como J. Exp. Med., PNAS y J. lmmunol. Publicó más de 140 artículos en revistas de parasitología de gran impacto a nivel internacional; en casi un 25% de estas publicaciones aparece al menos un autor mexicano. También publicó alrededor de medio centenar de artículos en revistas de virología, entre las que se encuentran las más importantes en esta especialidad, en 20% de estas publicaciones hay al menos un autor mexicano. Es claro que el Dr. Parkhouse colaboró con un amplio grupo de científicos mexicanos, y sus investigaciones impactaron en los campos de la inmunología, la parasitología y la virología.
Mike, como cariñosamente lo conocimos sus discípulos, fue tutor de un gran número de estudiantes. En su labor docente, impartió numerosos cursos y conferencias en el mundo y en varios sitios de la República Mexicana. En 1981 organizó e impartió un curso para preparar y caracterizar anticuerpos monoclonales; el primero en México y quizá en Latinoamérica. Esto tuvo lugar en el Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Ello es solo una muestra del carácter intrépido de Mike y su interés por llevar sus conocimientos a los sitios más recónditos de este planeta.
Su agudeza intelectual era impresionante, ya que siempre hacía las preguntas clave respecto al problema que estudiaba. Esto lo colocaba sin duda, como un gran tutor, pues conducía a sus estudiantes y colaboradores a proponer hipótesis basadas en observaciones muy certeras. Como maestro fue a la vez paciente y estricto. Paciente para guiar el proceso de aprendizaje de sus estudiantes, y estricto en solicitar el mejor desempeño de estos y marcar claramente y sin rodeos los errores cometidos. Su gran generosidad permitió que muchos de sus exalumnos pudieran iniciar sus carreras académicas de manera independiente, y una vez establecidos, Mike se preocupaba porque siguieran creciendo, dándoles consejos reactivos y ayudándoles a establecer los contactos necesarios para hacer más productivo su trabajo.
Mike fue un hombre de múltiples atributos; además de su gran sentido del humor y ser un gran lector, tenía conocimientos enciclopédicos en muchas ramas del conocimiento. Mike era melómano y un músico de talento que igual tocaba el banjo, el piano, la guitarra, la trompeta o instrumentos autóctonos de México y África. Era un gran deportista y amante de visitar lugares exóticos. Sabía degustar las comidas y bebidas de los lugares que visitaba. Su interés culinario lo llevó a interesarse por la cocina, y muchos de los que trabajamos en su laboratorio tuvimos la fortuna de compartir espléndidas comidas que él mismo preparaba. Los rasgos más significativos de su personalidad fueron la calidez humana con la que se relacionaba con la gente y el gran afecto por las amistades que cultivó con cariño y atención a lo largo de su vida. Mike falleció en su casa en Londres el 1o. de octubre de 2023. Sin duda, Mike dejó huella en todos aquellos investigadores que tuvimos la fortuna de encontrarlo en nuestro camino. Mike fue un líder natural y un ser humano extraordinario a quien agradeceremos siempre sus enseñanzas, y sobre todo, su amistad y cariño.